El reconocido filósofo realizó un análisis frente a las circunstancias políticas y económicas que atraviesa al país.

Sus expresiones resultan críticas en el marco de la pandemia y las medidas de prevención que continúan y la gran polémica que gira en torno al documento llamado “Infectadura”.
Con respecto a su firma expresó: “Lo que me llevó a firmar el documento fue la convicción de que el procedimiento terapéutico que se estaba siguiendo para garantizar una limitada expansión de la peste, iba asociado a un descuido muy profundo de la vida institucional del país”.
“Esa contraposición entre recaudos clínicos y desatención institucional me parecía a mí que comprometía la salud cívica del país, que es una dimensión tan fundamental como puede serlo la estrictamente clínica”.
“Eso me impulsó a firmar este documento para sumarme a quienes consideraban que una disociación de esta naturaleza afectaba el porvenir inmediato y la realidad estructural de una Nación que aún no ha terminado de transitar del autoritarismo a la democracia”.
Al ser consultado por la exacerbación de “la grieta”, mencionó que la dificultad es llegar a acuerdos en manos de un Poder Ejecutivo, que en vez de lograr consensos mira culpas en los gobiernos anteriores, en términos generales para toda la política argentina.
Y mencionó como ejemplo: “La Provincia de Buenos Aires acumula miserias desde hace por lo menos cuarenta años, y esa miseria no ha sido sembrada por la oposición, ha sido sembrada por el peronismo a través de un concepto de la pobreza como recurso de rentabilidad política mediante la subvención que el Estado puede otorgarle a quienes son pobres.”
En este sentido manifestó que la idea de trabajo que regía otros tiempos, como recurso para la construcción de identidad, la cultura del trabajo fue mutando progresivamente en favor de un estado prebendario.
El Estado en sus distintos ámbitos de acción se ha convertido en el garante de un trabajo pero a cambio de una renta electoral, que permita sostener el poder.
Incontadas son las realidades de municipios y provincias que no pueden hacer frente a sus compromisos con presupuestos que en su totalidad o en gran parte se destinan para pagar sueldos.
“La reducción al Estado prebendario de la iniciativa privada, de las instituciones de la República no tiene otra finalidad que instaurar modalidades autoritarias de poder: la palabra única, el silencio general, el `yo´ que se dice vocero del ´nosotros´.
“El populismo no es peligroso porque ayuda a los pobres, sino porque los explota; el populismo no es peligroso porque es de derecha o de izquierda, sino porque es autoritario en cualquiera de sus formas y aspira a reducir la ley al poder del mandatario“, expresó.
En este sentido hizo referencia a la libertad como un bien que debe ser defendido, mencionando que: “Quienes defiendan la República tienen que entender la deuda que tenemos con el porvenir”.
“Cerca del 9 de Julio, debemos recordar que la independencia se nos fue brindada como tarea y no como hecho consumado, la libertad es un bien que debe ser permanentemente defendido y construido, los liderazgos caudillescos paralizan el pensamiento crítico”.
“Necesitamos una palabra dialógica y no autoritaria”.
“La libertad de prensa está en peligro”, además de entender que la palabra está deteriorada entre quienes ejercen la función pública.
Además indicó que la palabra del Presidente Alberto Fernández está devaluada por sus propias ambivalencias.
“Estamos ante el silencio angustiante del Presidente, que es autodenuncia, un silencio que por su espesor es negación de la Constitución Nacional. Cuando decimos que la democracia está en peligro decimos que no se la defiende de conformidad con la ley, sino que se quiere que la ley se subordine prostibulariamente al poder”.
“El gran desafío de la Argentina es tener porvenir porque le sobra pasado”, haciendo mención a la necesidad de una transformación cualitativa de la sociedad argentina y la posibilidad de la dirigencia política de aprender de sus fracasos para modificar la realidad futura.
El populismo no es peligroso porque ayuda a los pobres, sino porque los explota.
Santiago Kovadloff