
Unos 100 mil negocios bajarán la persiana cuando termine la pandemia en la Argentina, o cuando comience “la nueva normalidad”. 900 mil puestos de trabajo se perdieron desde que se decretó el aislamiento social obligatorio, según datos del Observatorio de la Deuda Social Argentina. Según la Cámara de la Construcción, hay 200 mil nuevos desempleados en el sector.
Según la Confederación Argentina de Mediana Empresa (CAME) las diferentes ramas de la economía pyme cayeron bruscamente durante la cuarentena y reportaron disminuciones en las ventas de los comercios minoristas (48,7% en marzo, 57,6% en abril y 50,8% en mayo). Los datos también reflejan el estrepitoso descenso de la producción industrial (28,8% en marzo, 53,1% en abril y 34,9% en mayo) y cuán afectado está el Turismo que perdió más de $70.600 millones desde que comenzaron las restricciones.
Hay cifras que sorprenden por ser magras en sectores donde deberían contarse de a miles. Por ejemplo, en abril no se produjo ni un solo auto en todo el país y en mayo se fabricaron solamente 4802 unidades, según la Asociación de Fábricas de Automotores.
Las estadísticas del sector inmobiliario son igual de inéditas: en abril, en la ciudad de Buenos Aires se hicieron siete operaciones de compraventa y en la provincia, una sola.
Salud sí, la economía puede esperar es el lema que difunde Alberto Fernández. Lo dice en otras palabras: la vida no se recupera, la economía sí. Pero algunos países ahora velan por una nueva normalidad, que combine la salud y la economía. Esta nueva realidad incluye al barbijo como una nueva prenda de vestir obligatoria al salir de casa. A eso se le suma el distanciamiento social, la higiene frecuente de manos, entre otras medidas. Sin duda, la debacle económica es la otra cara de la pandemia.
Una Pyme que cierra no sólo afecta al dueño de ese comercio, sino también a sus empleados que con el cierre definitivo del local, quedan sin trabajo. El daño que la pandemia y el fracaso del gobierno nacional para manejar la situación será mucho más grave que el sanitario.
Si la cuarentena obligatoria se decretó por primera vez el 19 de marzo para preparar el sistema de salud “para cuando llegue el pico de contagios”, ¿Qué hizo el gobierno en estos 100 días de confinamiento? Evidentemente no mucho, porque a pesar de todo el colapso está a la vuelta de la esquina en la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano. Lo único que demostró Alberto Fernández fue la incapacidad para resolver la situación y que no hay ningún plan para salir de la cuarentena.
El Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) no alcanza para cubrir los gastos mínimos para un nuevo desempleado.
8 de cada 10 empresas solicitaron ayuda estatal para pagar los sueldos y 16.200 renegociaron sus condiciones laborales. Los sindicatos avalaron recortes de hasta un 25 por ciento del sueldo, para preservar las fuentes de trabajo.
Según CAME, “las medidas implementadas por el Gobierno Nacional no resultaron de simple acceso para el sector pyme ya que más del 50% no pudo acceder a los créditos con tasa al 24% por diferentes razones, los créditos a tasa 0 solo pudieron ser obtenidos por el 22% de los solicitantes y el Salario Complementario no fue obtenido por más del 50%”.
Según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), la caída del PBI argentino iba a rondar el -9,8 por ciento. Con la extensión de la cuarentena, ese pronóstico llegaría al 14 por ciento.
El gobierno está inyectando billetes en el sistema y estira la agonía. Con los precios de las tarifas congeladas, la inflación está contenida. La duda es qué pasará cuando se liberen los precios.