Bauhaus (etimológicamente significa Casa de Construcción) es la mítica escuela fundada en el año 1919 en Weimar (Alemania), por Walter Gropius, luego trasladada en 1925 a Dessau y disuelta en 1933 en Berlín. El espíritu y las enseñanzas de esta institución se extendieron por todo el mundo. Esta magnífica obra puede ser visitada en la ciudad alemana de Dessau.

Con el movimiento de Weimar a Dessau, la Bauhaus tuvo la oportunidad de crear un edificio que ofreciera óptimas condiciones de trabajo al poder desarrollar su propio diseño, que fue llevado adelante por el propio Walter Gropius e inaugurado el 4 de diciembre de 1926, convirtiéndose rápidamente en icono del movimiento Moderno.
«¡Arquitectos, escultores, pintores, todos nosotros debemos regresar al trabajo manual! […] ¡Establezcamos, por lo tanto, una nueva cofradía de artesanos, libres de esa arrogancia que divide a una clase de la otra y que busca erigir una barrera infranqueable entre los artesanos y los artistas! Anhelemos, concibamos y juntos construyamos el nuevo edificio del futuro, que dará cabida a todo —a la arquitectura, a la escultura y a la pintura— en una sola entidad y que se alzará al cielo desde las manos de un millón de artesanos, símbolo cristalino de una nueva fe que ya llega…» decía Walter Gropius.
Gropius fue el fundador y primer director de la Bauhaus. Fusionó las escuelas de Bellas Artes y de Artes y Oficios de Weimar en 1919 para crear una escuela que revolucionaría la forma de enseñar arte en todo el mundo. Llamó a esta nueva escuela Staatliches Bauhaus. El mismo edificio construido para la escuela en Dessau manifiesta los valores más representativos de La Bauhaus. Uno de los principios establecidos por la Bauhaus desde su fundación fue: «La forma sigue a la función».

Con el edificio de la Bauhaus, Gropius puso en práctica su ambición de diseñar procesos de vida, así como de unir arte, técnica y estética en busca de funcionalidad. La unión de la Academia de Bellas Artes y la Escuela de Artes y Oficios, pretendía superar el divorcio existente entre arte y producción industrial por un lado y por el otro entre arte y artesanía. Impulsaba la utilización de los nuevos materiales y tecnologías sin menospreciar el legado artesanal.
El gran manifiesto del racionalismo arquitectónico de Gropius sería el excepcional edificio de la Bauhaus en el que se agrupan las características del Movimiento moderno: volúmenes puros articulados racionalmente (funcionalismo), uso innovador de los nuevos materiales, como el muro-cortina de vidrio en las fachadas, ventanas horizontales, ausencia de ornamentación, diseño global de todos los elementos y, sobre todo, una concepción espacial presidida por la interrelación entre el interior y el exterior a través del muro de cristal.
Estos principios tuvieron rápida aceptación y se consolidaron internacionalmente con las vivienda obreras que Mies van der Rohe, último director de la Bauhaus, levantó cerca de Stuttgart, en la Urbanización Weissenhof.
Cada fachada responde a las exigencias de la actividad que se realiza en su interior: la fachada del bloque de las aulas está formada por ventanas horizontales, cuya función es asegurar una adecuada iluminación, la de los apartamentos, en cambio, muestra aberturas individuales pensadas para incrementar la privacidad.
Los talleres poseen un importante frente acristalado, que permite la máxima iluminación y la visión del interior desde fuera. Gropius retoma en esta fachada el tema de la Faguswerk y de la fábrica de Colonia, estableciendo un cerramiento de vidrio que pasa por delante del borde del forjado, quedando los pilares remetidos y dando un voladizo que permite eliminar el machón de la esquina, creando así esa famosa imagen de transparencia angular que constituye uno de los aspectos formales más típicos de la Bauhaus.
La fachada frontal es donde el primer nivel es retranqueado para producir la levitación de un volumen superior constituido por un muro cortina obteniendo una tensión hacia el acceso producto del contraste de lo opaco de los volúmenes del fondo.

Algo muy característico para el edificio de la Bauhaus, es que casi siempre al caminar en los corredores o escaleras se tienen varias posibilidades de adonde ir, resultado de que las diferentes secciones del edificio obtengan cierta correspondencia.
Subiendo las escaleras desde el vestíbulo no sólo se puede ir a los talleres y a la administración, sino que dado que a ambos lados de las escaleras están ubicados unos ventanales de gran tamaño, en cada escalón se puede ver una nueva perspectiva del interior, pero por sobre todo del exterior.
El edificio se distribuyó en tres alas principales interconectadas por un elemento puente, su forma de aspa rompe el concepto de simetría y antepone su eficacia funcional a la coherencia estética. Se caracterizó por plantas y secciones ortogonales, generalmente asimétricas y ausencia de decoración en las fachadas. Los espacios interiores son luminosos y diáfanos.
Una estructura de hierro y hormigón forma el esqueleto del edificio asegurando la unidad del conjunto y permite la existencia de tres fachadas diferentes, construidas con materiales tan frágiles e innovadores como el cristal.
La construcción estática no es como quizás parezca completamente de hormigón armado sino que solamente el esqueleto lo es, las superficies entremedio en su mayoría son enladrillados, también los pisos.
El movimiento moderno aprovechó las posibilidades de los nuevos materiales industriales como el hormigón armado, el acero laminado y el vidrio plano en grandes dimensiones.
Aparte del revoque y su color, son las ventanas uno de los elementos básicos de la estructura de las fachadas. Las ventanas de la Bauhaus son todas de acero, sin desagüe y con vidrio simple. Nunca tuvieron el color negro sino gris oscuro, y el gris tiene la ventaja, que desde lejos no se reconocen los marcos, de modo que parece que es una gran superficie. Así vemos que la Bauhaus trabajó mucho con efectos, sean de luz o por ilusiones ópticas, pero también lo hizo con la psicología, ya que dependiendo de dichos efectos también se influyó el ánimo de las personas que trabajaron y estudiaron en ella.

Un detalle que muestra que no sólo fue un edificio funcional por la ubicación de los espacios, sino también en el sentido del uso práctico, es que ya desde el comienzo estuvo previsto un método de limpieza de las muchas ventanas del edificio, consistente en ganchos afirmados en el techo de los que se podían colgar cuerdas para silletas.
La calefacción central con radiadores esparcidos por el edificio es un símbolo que señala la intención que tenía la Bauhaus de querer cooperar con la industria y demostrar la utilización de los nuevos sistemas tecnológicos. En algunos espacios estos radiadores ocupan el lugar que se dedicaría a la exposición de un cuadro en el período barroco, demostrando la importancia que para el movimiento Bauhaus tenía la utilización de los elementos industriales.