Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez, más conocido como Diego Rivera, está considerado el máximo representante de la Escuela Mural Mexicana. En 1944 realizó este óleo de 78,74 x 60 cm en el que pinta a una mujer desnuda de espaldas y arrodillada ante unas flores.

Su piel es color bronce y tiene el cabello negro recogido sobre la cabeza, y abraza un ramo de Zantedeschia aethiopica, también conocidos como calas o alcatraces de color blanco.
La modelo (que posaría para otras pinturas de Rivera), es Nieves Orozco Soberanes, y damos por supuesto el pintor tuvo relaciones con ella, aunque quizás no en el momento de pintar este cuadro, ya que según parece, ella estaba embarazada.
De todas formas Nieves se prestó de buena gana a posar para ese carismático elefante que transmitía un brutal magnetismo hacia las mujeres.
Rivera era un enorme artista (en todos los sentidos de la palabra), que no solo pintaba muy bien, sino que además quiso darle a México la identidad robada desde la llegada de los españoles.
Su pasión, que tan bien transmitía en lienzos y murales, se podía percibir igual de bien en cualquier cantina mexicana, tanto en lo que respecta a la política como al amor, entre dulces palabras y tragos de tequila.
Esta obra es una de tantas en las que Rivera representa esta flor, muy ligada a la naturaleza, a la cultura indígena y al México ancestral que el pintor siempre intentó resucitar en sus obras.
Es como si la figura femenina que vemos en el cuadro quisiera abrazar toda esa vida acumulada en una cesta.

Nacido el 8 de diciembre de 1886 en la ciudad de Guanajuato, además de perder a su hermano gemelo un año y medio después de su nacimiento, Diego Rivera sufrió raquitismo en su niñez, por lo que su constitución física era muy débil. A pesar de que su padre quiso que ingresara en el Colegio Militar, Diego empezó a asistir a clases nocturnas en la Academia de San Carlos, donde conoció al célebre paisajista José Maria Velasco. Gracias a una subvención del Estado, el joven pudo viajar a España donde se familiarizó con la obra de Goya, El Greco y Breughel, e ingresó en el taller del paisajista más famoso del Madrid de aquel momento: Eduardo Chicharro. Rivera viajó posteriormente a París, donde se reunió con algunos de sus amigos artistas: el pintor italiano Amedeo Modigliani –quien pinto su retrato en 1914– y el escritor y periodista sovietico Ilya Ehrenburg –ambos, junto con la esposa del propio Modigliani y otros escritores y pintores–, fueron plasmados en el cuadro de Marie Vorobieff Homenaje a amigos de Montparnasse. En 1915, Rivera mantuvo un romance apasionado con la pintora rusa Marievna Vorobieva-Stebelska, con quien tuvo una hija, Marika Rivera, a la que no reconoció. Rivera también recorrió Italia, donde estudió el arte renacentista y sintió gran admiración por los maestros del Quattrocento, en especial por la obra de Giotto.
La madurez artística de Diego Rivera llegó entre los años 1923 y 1928, cuando pintó los frescos de la Secretaría de Educación Pública, en Ciudad de México, y los de la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo. El protagonista absoluto de estos frescos es el pueblo mexicano representado en sus trabajos y en sus fiestas. La intención de Rivera fue reflejar la vida cotidiana tal como él la veía y para ello la dividió en dos grandes temas: el trabajo y el ocio.
Las obras de Diego Rivera están expuestas en diversos edificios oficiales, y en la misma época fue expulsado del partido comunista por formar parte de una sociedad ocultista
Pero donde verdaderamente Diego Rivera creó una imagen visual de la identidad mexicana moderna fue en los frescos que, a partir de 1929, pintó en el Palacio Nacional de México. Es su gran obra, y en ella Rivera ilustra la historia de México desde época precolombina. Los murales ocupan las tres paredes que se encuentran frente a la escalinata principal del edificio. Mientras que la pared central abarca el período que va desde la conquista española de México en 1519 hasta la revolución, en el de la derecha el artista describe una visión nostálgica e idealizada del mundo precolombino, y en el de la izquierda plasma la visión de un México moderno y próspero.
El 21 de agosto de 1929, Diego Rivera se casó con la también artista mexicana Frida Kahlo. Su relación fue tormentosa Estuvo marcada por el amor y a la vez el odio que se profesaban, por mantener aventuras amorosas con terceros y por su vínculo creativo. Su matrimonio fue definido como «la unión entre un elefante y una paloma», por ser él grande y pesado, como un elefante, y ella delgada y ligera como esta ave. Aunque una de las aventuras de Diego fue con Cristina, la propia hermana de Frida, y a pesar de su relación amor-odio, ambos parecían complementarse muy bien.
Tras la muerte de Frida Kahlo en 1954, Diego Rivera cayó enfermo y viajó a Moscú para seguir un tratamiento Con todo, volvió a casarse por cuarta vez con Emma Hurtado. A su muerte, las cenizas de Diego Rivera fueron enterradas en la Rotonda de Hombres Ilustres de Ciudad de México. Diego Rivera ha sido considerado el artista portavoz de los oprimidos, de los indígenas y, también, el gran ilustrador de la historia de México, convirtiendo sus obras en el símbolo de una nación. El pintor mexicano legó a su país sus obras y colecciones: donó al pueblo un edificio construido por él, la Casa-Museo Anahuacalli, donde se conservan sus colecciones de arte precolombino, y su casa en Ciudad de México fue convertida en el Museo Estudio Diego Rivera, que alberga obras y dibujos del artista, así como su colección de arte popular.