El Estado regula la actividad del transporte en general y el transporte aéreo comercial en particular. A la vista de cualquiera esta regulación no se maneja exclusivamente por las reglas del mercado. Se necesitan permisos, derechos, autorizaciones, etc., que, y perdonen el eufemismo, no siempre están “las ventanillas abiertas” para obtenerlas.
En Argentina, por su situación geográfica, su tamaño, el transporte aéreo comercial juega un rol fundamental para el turismo. Ello se debe a que los más significativos destinos turísticos argentinos se encuentran a muchos kilómetros de las principales ciudades del país.
Hasta hoy, en Argentina para llegar a muchas ciudades capitales de provincia, la única opción de transporte aéreo es Aerolíneas Argentinas. Sabemos que el transporte terrestre está muy desarrollado (llega a todos lados) y es caro.
También tenemos casos dignos de análisis como la ciudad de Merlo, en San Luis, Los Antiguos, en Santa Cruz, Chilecito en La Rioja, por ejemplo, que por no ser capitales de provincia no reciben transporte aéreo y por diferentes causas (turismo, o exportaciones de sus productos, por ejemplo) deberíamos evaluar si no sería importante que fueran servidos por el transporte aéreo.
Para que un ciudadano argentino sea turista en los principales destinos turísticos argentinos, necesita, por el tamaño de Argentina y la ubicación de sus centros urbanos y los turísticos, aproximarse en avión o hacer por tierra innumerables kilómetros de inseguras rutas. Esa opción, para la mayor parte de los turistas, “se hace si no hay otra, pero no es para disfrutar”. Lamentablemente no queda mucho transporte ferroviario de uso turístico.
Resulta evidente entonces que el turismo interno argentino, el turismo nacional, necesita de un sistema aéreo eficaz, eficiente y económico que conecte toda la Argentina.
Queda absolutamente claro que la limitada conectividad aérea se agrava con los turistas extranjeros, ya que mayoritariamente entran por Ezeiza y, para llegar a Ushuaia, por ejemplo, es necesario otro largo viaje en avión.
El turismo receptivo necesita un sistema de transporte aéreo comercial desarrollado, previsible, con buenas tarifas, con visión comercial y moderno.
También en el Estado está la responsabilidad de invertir en sistemas adecuados de control aéreo y en la construcción y ampliación de los aeropuertos, que permita el desarrollo del transporte de la carga aérea necesaria para la expansión de las economías regionales, incrementar la capacidad de vuelos, etc. Es decir, el Estado tiene responsabilidad en generar una política aérea que sirva a los intereses nacionales.
No menos importante es el impacto del transporte sobre el medio ambiente, un desafío más, quizá el más grande, que se debe enfrentar a la brevedad.
El tema más trascendente en la relación entre turismo y transporte aéreo es el caso de Aerolíneas Argentinas. El mercado aéreo comercial es un mercado típicamente oligopólico y que en nuestro caso está liderado por la llamada «línea aérea de bandera». Y en nuestro país es la línea aérea de bandera (y sus necesidades) la que mayoritariamente determina las características de la política aéreo comercial.
La consecuencia es que la política de turismo en Argentina depende más de las autoridades responsables del transporte aéreo comercial, que de los organismos de turismo.
Pero es especialmente importante recordar, que las políticas de protección de las líneas aéreas de bandera son las que privilegiaron el turismo emisivo sobre el receptivo en la Argentina. Para nuestra aerolínea de bandera, Aerolíneas Argentinas, su principal nicho de mercado es el local, el de nuestro país. Su acción más importante siempre fue vender pasajes para todas sus rutas, los tramos al exterior inclusive o sobre todo, en ese mercado. Aerolíneas Argentinas nos convirtió en emisores y no en receptores, en un gran mercado para Estados Unidos y Europa. Es decir, no pudieron colaborar en convertirnos en destino turístico internacional debido a su dificultad en vender pasajes en otros mercados.
Aerolíneas Argentinas, entonces, contribuye activamente a la salida de dólares del país, incentivando a los argentinos a visitar destinos del exterior. Como necesitamos que ingresen dólares y que no salgan, esta no parece una buena idea.
El transporte aéreo es un elemento de vital importancia para el desarrollo turístico de nuestro país. Aerolíneas Argentinas debe dejar de ser un juguete de los gobiernos, que encontró y desarrolló su nicho de mercado en el mercado local, vendiendo pasajes al exterior, convirtiendo a nuestro país en emisor de tráfico y no en destino. Necesitamos una política aérea que nos convierta en destino y Aerolíneas Argentinas debe actuar en consecuencia. Si no puede, no sabe o no quiere, no va a ser la herramienta para el desarrollo turístico que Argentina necesita.
Es obvio que el ideal para el turismo receptivo argentino es una política que tienda a ser abierta y que asegure el acceso de muchos vuelos y desde muchos orígenes al país. De esa manera tendremos más posibilidades de convertir a todas las líneas aéreas, de todos los orígenes, en aliadas comerciales del destino.
Pero es igualmente evidente que esa política es incompatible con la idea de proteger a la línea aérea del Estado cuyo propósito permanente fue conservar el mercado nacional como nicho propio.
Desafortunadamente el resultado en materia de turismo receptivo de defender Aerolíneas Argentinas es una pérdida de competitividad frente a los destinos competidores y por lo tanto perjudica el desarrollo del turismo receptivo.
*JOSE LUIS LOPEZ IBAÑEZ, Licenciado en turismo. Creador del grupo Turismo Técnico. Profesor universitario y consultor. Miembro de la Academia Argentina del Turismo. lopezitur@gmail.com
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