
Hemos logrado por fin, luego de 6 años desde 1810 en que logramos un Gobierno autónomo, un Gobierno soberano y eso era fundamental por ejemplo para San Martín que estaba preparando su ejército de cinco mil hombres y que iba a salir del territorio, iba a cruzar los Andes a un territorio que no nos pertenecía.
¿Con qué? ¿con un ejército de sediciosos? No, necesitaba que sea un ejército que correspondiera a una nación soberana, así que por eso San Martín desde cuyo fogoneaba para que sobre todos los Diputados sobre los que tenía algún tipo de poder empujara de una vez por todas la declaración de la Independencia que se dio a que el martes 9 de julio de 1816 a eso de las 2 de la tarde.
Lo primero increíble que generalmente no sabemos, es que en la puerta de la casa histórica de Tucumán había un cartel con el menú de temas que se iban a debatir.
Esto desde hacía unos 30 o 40 días atrás se había decidido hacer para que la gente viera que adentro estaban pasando cosas, o sea que ese día, el séptimo tema que se iba a tratar era declaración de la Independencia, que terminó siendo, por supuesto, el tema mas importante y que inclusive fue en un horario atípico.
Porque ellos en general, terminado la sesión, a eso de la una se iban a dormir la siesta, y a la tarde sólo si había una reunión secreta volverían a reunirse, sino todo se hacía por la mañana.
En Tucumán era pecado no dormir la siesta, así que ese día pecaron los Diputados. Los 29 diputados con la presencia de Belgrano declararon esa Independencia y permítanme decirles la importancia de Manuel Belgrano en esa actividad, porque él había llegado desde Buenos Aires el 5 de Julio.
Llegó desde Buenos Aires y el 6 de julio por la tarde tuvo una reunión secreta con todos los Diputados, y a partir de la charla que tuvo Belgrano con ellos surgió a los tres días la declaración de Independencia.
La Casa Histórica de Tucumán
La realidad es que la tiraron abajo y sólo dejaron el salón el salón que estaba en un patio interno donde se habían reunido, y todo lo demás lo tuvieron que reconstruir en base a un par de fotos y a los cimientos.
La puerta es la original y está pintada con el color azul original. Se discutía que si era verde o era azul, pero el color original era azul y era de doña Francisca Bazán de Laguna.
Esa casa funcionó como dote del casamiento de Francisca Bazán con Miguel Laguna. El padre de Francisca entregó la propiedad para consagrar el matrimonio, y cuando ya la administraban sus hijos, tras sus muertes, la pusieron en alquiler para obtener una renta.
En 1812, la parte más cercana a la calle fue alquilada a comerciantes que vendían comestibles, mientras que toda la edificación posterior al primer patio interno fue alquilada al Estado tucumano.
La parte que usaba el Estado funcionaba sobre todo como Aduana, pero luego de la batalla de Tucumán de 1812, en la que el ejército comandado por Belgrano venció a los realistas, se improvisó allí un hospital en para atender a los heridos.
Lamentablemente no hay documentación, pero es muy probable que Belgrano haya estado en la Casa de Tucumán antes de volver allí en el año de la Independencia.
El Cabildo tucumano podía surgir como opción principal, pero para no mezclar a los diputados de todo el país con los legisladores provinciales se decidió que se hiciera en la casa que el Estado ya alquilaba: hubo que derribar una pared para unir dos salones y allí se sesionaba.
Ese fue el único salón que se conservó de la construcción original: el resto, que se deterioró por la falta de mantenimiento, se derribó y volvió a construirse.
La única foto de la fachada original, hecha por un italiano en 1869, sirvió de guía para esa reconstrucción”.
Todos eran hombres
El día que se firmó había unas 31 personas: todos eran varones. Pero contemplando a algunos asesores, en las reuniones más numerosas pudo haber unas 40 personas.
La única mujer que acompañó hasta Tucumán a uno de los congresales fue Calixta Tellechea, esposa de Juan Martín de Pueyrredón, que representaba a San Luis.
Se popularizó la imagen de los vecinos agarrados de los barrotes de las ventanas para intentar ver qué pasaba en el salón de la sesión al momento de la firma del acta. Sin embargo, esa idea es falsa: al ser ventanas que daban a un patio interior, no tenían barrotes.
Las que sí tenían eran las que daban a la calle, pero allí no se sesionaba.
Ni Calixta ni Pueyrredón estaban en Tucumán cuando se declaró la Independencia: él había sido nombrado Director Supremo.
El 9 de Julio de 1816 estaba camino a Córdoba para reunirse con José de San Martín para delinear la estrategia de la Campaña de los Andes. Las noticias del Congreso de Tucumán viajaron más rápido que Pueyrredón: San Martín ya estaba al tanto cuando el Director Supremo llegó a su encuentro.
En busca del Acta perdida
Lo increíble de la declaración de independencia es que no existe el acta original, se perdió, se lo robaron.
La escritura original la llevaba el chasqui de la patria Cayetano Grimau, los libros con las actas desde Tucumán a Buenos Aires. A la altura de Córdoba en un momento hizo un alto en el camino y se fue hacia los pajonales, imaginamos para que el señor, y de repente en esa incomodísima situación le pusieron un trabuco en la cabeza y le robaron la valija con todo el contenido.
Este no fue un robo económico, fue un robo político porque era gente de Artigas que quería saber todo lo que se debatía en Tucumán y se sabía que él era, este Cayetano Grimau, el que llevaba los papeles allá a Buenos Aires.
Así que ese día se robaron los libros, nunca jamás aparecieron. O sea que todas las copias de todo lo que vemos, son copias copias manuscritas, copias por imprenta con firmas reproducidas, pero el libro de actas con la gloriosa, importante acta fundacional de nuestra Patria lamentablemente ha desaparecido.
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